sábado, octubre 21, 2006

Una lección por aprender

Nos pasamos buena parte de nuestra juventud aprendiendo sandeces. Ya en el año previo a la Universidad (u otros estudios equivalentes) empezamos a aprender cosas poco prácticas para la vida. Pueden tener más o menos interés, pero son poco prácticas. Y ya en la Universidad, el de Ciencias le atiborran a números y el de Letras a palabras raras. En mi caso, en Periodismo, resulta lamentable que 3 de cada 4 asignaturas no sirvan lo más mínimo para ejercer la profesión correctamente. Es realmente triste y lamentable. Quiero creer que en otras carreras no sucede lo mismo, si no, España sería un país de aprendices de veintitantos años.
Y, sin embargo, lo que es verdaderamente importante, apenas se nos enseña. Quizás sea porque a nuestros padres y abuelos tampoco les enseñaron lo suficiente. Se nos sigue haciendo difícil elegir, comprobar que vamos por el buen camino... y en cosas más terrenales, cuántas cosas se nos escapan dentro del saber popular que atribuimos a nuestros abuelos.
Parece que todo está en los libros, pero ahora nadie se presta a leer como antes. Pero... ¿y bastante antes? Sí, cuando la gente era analfabeta. Se podía ser un analfabeto muy culto. Siempre recuerdo la novela de Las Ratas, de Miguel Delibes, en la que el Nini, el protagonista, demuestra una inteligencia asombrosa y qué poco servía el impulso de la Señora Resu para que fuera a la escuela. Admiro a la gente que sabe tanto de motu propio. Es gente que aprende lo que realmente quiere o necesita aprender, no aprende por imperativo, como es la tónica de nuestros días: aprender lo que te enseñan, porque es así desde que eres pequeño: ellos te enseñan y tú aprendes.
Ahora, por el camino que lleva nuestra sociedad, donde las necesidades obligan a los jóvenes a crecer de la mano de internet, y de unos profesores cada vez más deprimidos, el saber se acaba por perder. Cada uno crece según su propio instinto de supervivencia, como los animales: la ley del más fuerte, carpe diem, etc. Habrá quien llegue lejos, pero cuántos hay que quedarán errantes por la vida pensando si esto o si aquello. Creo que, pese a todos los medios de conocimiento de que disponemos, todos nos sentimos más o menos huérfanos de no poder aprender en condiciones alguna lección sobre la vida que aún nadie nos ha explicado.

martes, octubre 10, 2006

Sal y míralos

Me refiero a los niños. A los pequeños, a los que ahora tienen apenas uno o dos años, que van de la mano de sus padres, que caminan torpemente y que se agarran a todo lo que está al alcance de sus manitas. No sé si alguien, aparte de sus padres, ha pensado en lo que les espera.
Pese a ser yo una persona joven, muchas veces vuelvo a mi pasado, echo mano de mi memoria, de todo lo que aconteció en mi vida cuando tenía, no dos porque no me acuerdo, sino algunos años más. Y apenas han pasado ni dos décadas y han cambiado muchísimo las cosas.
Ignoro cómo perciben el mundo los pequeños, no sé cómo les explicarán que el mundo avanzaba sin Internet y que en España se pagaba con pesetas. No sé cómo les explicarán cosas que, han cambiado tanto en estos años, les sonarán a chino. Cómo estaba el mundo antes de que comenzaran los flujos de inmigración, la economía doméstica de una familia normal, cómo se vivía antes de que comenzara la sequía... y así un sinfín de cosas que se han transformado radicalmente.
Son la llave de una nueva etapa. En ellos está la llave de que todo esto no se nos vaya de las manos, de esa ilusión utópica de un mundo mejor. Ahora mismo crecen sumergidos en una infancia multicultural, comparten pupitre con niños cuyos padres tienen otra historia, otras creencias, otra forma de ver la vida. Entre niños, qué duda cabe que todo eso, salvo malévola influencia paterna, sea algo enriquecedor. Crecerán con una adolescencia que llega hasta los treinta, una adolescencia larga, dura, en la que, a día de hoy, el fracaso escolar y las drogas se convierten en un coctel de vida peligroso. Vivirán una madurez en la que encontrar un trabajo es complicado, y encontrar un trabajo con buenas condiciones estará al alcance de pocos. Las Universidades se irán despoblando... ¿para qué tantos Licenciados que el mercado no puede absorver? Y adquirir un piso será una misión casi imposible.
Si nuestra vida ya es difícil, la de ellos no pinta mucho mejor. Ahora que son pequeños, tal como nosotros, irán aprendiendo lo que les rodea. A su manera, porque muchas cosas del presente se nos escapan a los que somos adultos.
Me gusta salir a la calle y pensar qué miran, qué piensan, qué sienten,, qué les dicen sus padres... es decir, hacia dónde vamos.

domingo, octubre 08, 2006

No es normal el calor que hace

Anoche daba gusto salir por el centro de Madrid con la camisa remangada, y a tu lado era fácil encontrarte a un paisano en camiseta... y mujeres con camisa de tirantes. Mirando el calendario recuerdo que estamos a primeros de abril. Y con la mirada hacia atrás están los recuerdos de que hacía bueno, pero, si todo lo que sigue es igual que hace pocos años, la situación es desalentadora. Simplemente porque casi no va a llover.
Antes de ayer aparecía en algunos medios una buena noticia y es que, pese a ser más habitantes, en España se venía a consumir lo mismo que hace cinco años, luego estamos ahorrando algo de agua. Pero no es suficiente. Las plagas de medusas que han invadido nuestras costas es una señal mucho más que preocupante de que el calor que se vive es excesivo. Es un problema realmente grande pero del que no tenemos aún, creo, la consciencia suficiente. Hasta que un día no nos corten el grifo mucho me temo que no vamos a darnos cuenta de lo que pasa.
Cuando era pequeño me fastidiaba que lloviera. Casi todos los decíamos, que llover era un fastidio, bien porque te quedabas sin salir al patio en el recreo, bien porque había que ponerse un calzado de agua bastante raro y siempre con paraguas en las manos. Ahora la situación cambia. Es necesario que llueva. Pero muy necesario. Vamos a confiar en que los meses "duros" del otoño y, sobre todo, del invierno, sean generosos y vayan dejando algo de agua. Si no, mucho me da que dos años seguidos el mismo cantar, esto se va a poner bastante peor. Olvidamos algo que es muy cierto, y es que los seres humanos somos un 80 % de agua. Acabarse del todo, no se va a acabar, al menos, que lo vean nuestros ojos, pero tampoco nos va a apetecer pasarlo mal porque vemos que ese día, está cada vez un poquito más cerca.

martes, octubre 03, 2006

Por fin se protesta contra la vivienda

Es lo mejor que nos podía pasar. Llevaban algunos meses circulando los típicos mails en los que los jóvenes españoles mirábamos a los franceses y juzgábamos nuestra actuación pasota ante uno de los graves problemas a los que debemos afrontarnos: la adquisición de una vivienda.
Por fin hace apenas unos días hubo una manifestación en serio de jóvenes que tienen muchos problemas para comprar una vivienda. Claro está, aquí no incluímos a los hijitos de papá. Esos tienen la vida resuelta. Pero la gran mayoría de los jóvenes no vemos el momento. Tenemos muchísimos problemas. Los que queremos hacer una carrera, como mínimo hasta los 23 años no se puede hacer nada. Cuando uno quiere incorporarse al mercado laboral con unas mínimas garantías deben pasar dos o tres años. Y si, como muchos jóvenes, tenemos que liarnos el petate y buscar fuera de nuestra ciudad, el ahorro es cero. Más los salarios precarios, el altísimo precio de la vivienda, los seguros de los automóviles (quienes pueden conseguir uno)... Todo son gastos.
Internet vuelve a ser el vehículo de convocatoria para próximas manifestaciones en algunas ciudades españolas. Se hablan de cuatro movilizaciones: 15, 20, 25 y 28 de octubre. Menos mal.
Aunque, no servirán para mucho porque los sinvergüenzas que untan a los inspectores inmobiliarios seguirán vivitos y coleando. No servirán para mucho porque chorizos como Julián Muñoz y compañía han robado tanto a sus ciudadanos que pagar una fianza les supone calderilla y enseguida están en la calle, luego no pagan pos sus fechorías como debiera ser. No servirán para mucho, porque las ayudas no son suficientes y los jóvenes somos cada vez más. No servirán para nada, porque los gobiernos hacen lo que les da la gana. Es uno de los graves problemas de nuestros gobernadores, que se olvidan de lo que es "ser ciudadano". Si tuvieran que buscar trabajo, o ir al mismo en transporte público y pensaran un día, como cualquier ciudadano de a pié, buscar un hogar porque les apetece crear una familia antes de que a la mujer se le pase el arroz, otro gallo nos cantaría. Pero ése es ya otro cantar.
Los que podamos, salgamos a las calles y gritemos. Ya que no tenemos medios económicos, gritemos y hagámonos ver. Otra cosa no podemos.