lunes, abril 16, 2007

A vuelta con las mentiras

Leo esta mañana con soberana estupefacción en el diario El Mundo la columna de Federico, el de la Cope. Claro que, por otra parte, qué íbamos a esperar que saliera de su pluma, la de escribir: «El 11-M fue una masacre destinada a echar del poder y hacerla ganar al PSOE unas elecciones que tenía perdidas [...] Había que explicar la masacre para que surtiera efecto en [...] toda la izquierda.»
Este periodista se une a la guerra que el citado rotativo inició en su día intentando buscar y rastrear sin demasiado éxito algún mínimo eslabón que uniera ETA con Al-Qaeda. El Mundo hizo lo que hacemos a veces cuando tenemos algún remordimiento de conciencia: darle una y mil vueltas a numerosos argumentos para autoconvencernos de que algo que hemos hecho está bien. En este caso (y cualquiera les baja del burro), a éstos, al igual que el PP, siguen intentando autoconvencerse de que lo que han dicho es la verdad.
El hecho de rebuscar donde no lo hay les impide analizarlo desde lo evidente. En España atentó Al-Qaeda. No atentó ETA, no atentó el PSOE ni atentó Zapatero. Y dudo que ellos dieran la orden a los islamistas de poner las bombas. Lo dudo porque, curiosamente, y en los hechos me baso, Al-Qaeda ha atentado contra los tres países que tomaron parte de la invasión ilegal en Irak. Una invasión (y el mundo entero lo sabe) que se justificó con argumentos que reposaban sobre la mentira.
Y pasó lo que pasó. Coincidió que fue justo antes de las elecciones, pero sólo los terroristas saben si fue así de forma premeditada o simple casualidad.
Además, me sigue sorprendiendo la otra parte de la afirmación de Losantos, cuando dice que el atentado sirvió para dar el poder a un partido que lo tenía perdido. Sigue con la afirmación del frustrado y dolido PP, que sigue berreando cual bebé cuando le privan de su chupete. El PP acusó sin pruebas, pero no sólo eso. Sus últimos cuatro años dieron mucho que hablar: desde el desastre del Prestige, la manipulación de TVE, LOU, Huelga General, el Yak, los aires de grandeza semi-dictatorial del amigo Aznar... El PP cayó por su propio peso. Sobran argumentos.