viernes, septiembre 29, 2006

Esa pre-mamá

En estos momentos es la pre-mamá más feliz del mundo. Una mujer como las demás, que nació como las demás, que vivió como pudieron vivir las demás y tuvo una historia como cada una de las mujeres que han poblado y pueblan el planeta. Sólo que ésta se casó con un príncipe... pero de los de verdad. No pienso entrar ahora en el debate de si verdaderamente siente la Monarquía o, como apuntan algunos rumores bastante fuertes, su tendencia es republicana. Pero desde luego que, a día de hoy, y por gracia de no sé quién, esta pre-mamá tiene todo a su favor para ser muy feliz, extremadamente feliz.
Está embarazada por segunda vez. Leticia Ortiz puede suspender toda su agenda sin temor a que en su trabajo la den candela y sabe que, si surgen complicaciones, tendrá a los mejores médicos a su cargo. Sabe también que va a recibir un montón de regalitos para el pequeño. Sabe que no será ella la que tenga que salir a hacer la compra. Sabe que, una vez que dé a luz, no tiene que estar preocupada de buscar trabajo si la hubieran echado. Sabe que no tendrá que recuadrar el presupuesto familiar porque nunca la faltará de nada. ¡Cuántos católicos desearían bautizar a sus hijos con las aguas del Jordán!
Como indicaba un internauta en el foro de www.vertelevisivos.com, nos viene "otro más a chupar del frasco". Pues es verdad. No pretendo tampoco cuestionar lo que viene a ser la familia Real, que parecen buena gente y en muchas ocasiones nos representan mejor que los propios políticos, esos bufones, pero hay que reconocer que, para ser mortales como tú y como yo, tienen un poquito de morro, ¿no? Por aquello de "todo pagado y asegurado al 100 %". Yo soy español y creo que, como Leticia (de sangre "roja"), merezco una oportunidad para estar exento de impuestos... un añito aunque sea, venga, hombre, que no cuesta nada.

jueves, septiembre 28, 2006

Un día nos toca a cualquiera

Amanecemos con unos cuantos casos de violencia. En Almería el hombre que se ha cargado a no sé cuántas mujeres de su familia, en Estados Unidos el perturbado que ha matado a una chica de un centro escolar antes de suicidarse, en Galicia el hombre que ha dejado morir de hambre a su niño, en Madrid a vueltas con el joyero asesinado en plena calle esta semana... Y, lo peor, es que todos los días hay casos similares, todos con un denominador común: la muerte ajena.
Ignoro que se le pasa por la cabeza al asesino que tiene ganas de matar, no sé si sabe lo que es la muerte. Creo que sí, si no, no mataría. Lo que no sé es si sabe que la muerte también existe para él. ¿Qué pensamiento, sensación o sentimiento le impulsa a cometer tan atroces actos? Cualquier esquizofrenia, resentimiento, fantasma del pasado puede hacer que el mal, uno de los instintos más reprimidos del hombre como ser social, aflore.
Hace tres años, el Profesor San Román nos planteba en su clase de Sociología la siguiente cuestión: "¿os habéis planteado cuántas oportunidades tenéis de hacer el mal a lo largo del día?". No es por dar ideas, pero razón tenía: desde empujar a alguien la vía del metro cuando pase el convoy hasta golpear a cualquier ser humano con todas nuestras fuerzas.
Factores como el estrés, la escasez de recursos económicos, los problemas sociales y, muchas veces, las drogas, son capaces de provocar una esquizofrenia o un estado de alteración nerviosa que, sin control, puede derivar en ese impulso asesino. El dolor o rencor contenidos en uno mismo es expulsado hacia los demás, lo cual no justifica ningún crimen en absoluto.
Lo que resulta realmente escalofriante y preocupante es que todas y cada una de las víctimas jamás eligieron estar ahí el día que, por desgracia, dejaron de vivir. Como jamás lo elegiríamos ninguno de nosotros.

lunes, septiembre 25, 2006

Los medios necesitan de borregos

Hace ya un tiempecillo que estoy desenganchado de la política. Entre otras cosas, porque no sé dónde informarme. No hay forma de saber, si no es acudiendo al Congreso y a todos los actos mítines políticos, lo que de verdad pasa.
Si ponemos la radio, nos encontramos con informaciones a medias... o con puntos de vista sesgados... o, sencillamente, nos encontramos con desinformaciones. Si quiero saber qué hace mal el PP pongo la SER. Si quiero saber qué hace mal Zapatero... no, la Cope no, que insulta y no aporta hechos (de la ETA y de Cataluña no salen), pero puedo probar a poner Onda Cero... o quizás esta otra...
¿Y si pruebo con los periódicos? Más de lo mismo. Más sabiendo que El País y El Mundo se tienen la guerra declarada. Es lo que más me duele: ver donde hay aparente información política una guerra entre medios de trasfondo.
Aunque muchas veces, no son peores los medios, sino quienes los defienden. No hay nada más peligroso que un oyente "freak" de la SER o de la Cope. A eso es lo que yo llamo "borreguismo". El borreguismo lo conforman consumidores de información de un único medio de comunicación de forma tal que la concepción del mundo que el borrego tiene es por lo que lee o escucha de ese medio de comunicación concreto. Y no sólo piensa que lo que dicen en su medio favorito es verdad, sino que piensa que es mentira todo lo que dicen en los otros. ¡Con lo mala que es la mentira! El borrego, finalmente, acaba pensando que el mundo está lleno de mentirosos y que él pertenece a ese grupo, más bien selecto, de privilegiados que defienden la libertad, lo bueno y lo verdadero. Si lo que más dolor me produce es ver esa guerra de medios, lo que me pone más triste es pensar que los medios necesitan de los borregos para ser fuertes. Cuantos más borregos, mejor.
¿Y si pruebo con la tele? La tele ya no es lo que era. Salvo casos puntuales, ahora parece tener más relevancia que en Granada se descubra la calabaza más grande de Europa que los conflictos bélicos en Oriente Medio. Volvemos al sensacionalismo... o, mejor dicho, no salimos de él. Las muertes son noticia, pero no lo son tanto. Tiene protagonismo lo escabroso: más vale un muerto que conmociona a todo un pueblecito de la Sierra, víctima de un cruel asesinato, que cincuenta muertos por carretera en un fin de semana. En este caso, hasta nos alegramos, porque el carné por puntos funciona y ya hay menos muertos que hace un año. ¡Que no nos manipulen!