lunes, mayo 21, 2007

Segunda oportunidad

Second Life ha crecido a un ritmo vertiginoso. El ciber mundo está creciendo a pasos agigantados. Un mundo aún desconocido. Pero un mundo en inglés, por eso quizás no esté gozando de tanto éxito en el mercado español, no así en países de habla inglesa, donde está haciendo auténtico furor.
Second Life nos da la oportunidad de vivir de nuevo, de hacer cosas diferentes a las que hacemos en la vida. Puede compararse con la resurrección anticipada. Volver a vivir antes de haber muerto, por si acaso.
Resulta escalofriante que comiencen a vislumbrarse delitos como ese supuesto de pronografía infantil (un personaje adulto de Second Life hace poco ha tenido sexo con un personaje pequeño), eso por no hablar de fraudes económicos o trampas que comiencen a hacer entre empresas. Delitos que, si son virtuales, deberían juzgarse en la vida virtual, con la expulsión o algo así. El problema es que la cabeza con la que movemos esos muñecos virtuales la tenemos en el mundo real.
Sí que es verdad que este mundillo cibernátuico presume de la cantidad de nuevas adscripciones, pero muchas son accidentales, por probar, por ver qué es. La gran mayoría lo deja de lado por falta de tiempo.
Y es que si de por sí son tantas los asuntos de nuestra vida real, estamos como para llevar los de otra vida paralela que no nos da de comer. Es verdad que se necesita tiempo y que, al fin y al cabo, lo único con lo que interactuamos es con un instrumento llamado ordenador. Nosotros, sentandos en una silla enfrente de un monitor. Nada más. Soledad.
Lo que aterroriza de verdad es cuando los medios que informan del mundo real se hacen eco de lo que ocurre en el virtual, como el caso comentado de pedofilia o las manifestaciones políticias o la incursión en este Second Life de hombres como Llamazares, líder político de la tercera fuerza del país. Mejor será que mantengamos los límites, por lo que pueda pasar.