lunes, septiembre 25, 2006

Los medios necesitan de borregos

Hace ya un tiempecillo que estoy desenganchado de la política. Entre otras cosas, porque no sé dónde informarme. No hay forma de saber, si no es acudiendo al Congreso y a todos los actos mítines políticos, lo que de verdad pasa.
Si ponemos la radio, nos encontramos con informaciones a medias... o con puntos de vista sesgados... o, sencillamente, nos encontramos con desinformaciones. Si quiero saber qué hace mal el PP pongo la SER. Si quiero saber qué hace mal Zapatero... no, la Cope no, que insulta y no aporta hechos (de la ETA y de Cataluña no salen), pero puedo probar a poner Onda Cero... o quizás esta otra...
¿Y si pruebo con los periódicos? Más de lo mismo. Más sabiendo que El País y El Mundo se tienen la guerra declarada. Es lo que más me duele: ver donde hay aparente información política una guerra entre medios de trasfondo.
Aunque muchas veces, no son peores los medios, sino quienes los defienden. No hay nada más peligroso que un oyente "freak" de la SER o de la Cope. A eso es lo que yo llamo "borreguismo". El borreguismo lo conforman consumidores de información de un único medio de comunicación de forma tal que la concepción del mundo que el borrego tiene es por lo que lee o escucha de ese medio de comunicación concreto. Y no sólo piensa que lo que dicen en su medio favorito es verdad, sino que piensa que es mentira todo lo que dicen en los otros. ¡Con lo mala que es la mentira! El borrego, finalmente, acaba pensando que el mundo está lleno de mentirosos y que él pertenece a ese grupo, más bien selecto, de privilegiados que defienden la libertad, lo bueno y lo verdadero. Si lo que más dolor me produce es ver esa guerra de medios, lo que me pone más triste es pensar que los medios necesitan de los borregos para ser fuertes. Cuantos más borregos, mejor.
¿Y si pruebo con la tele? La tele ya no es lo que era. Salvo casos puntuales, ahora parece tener más relevancia que en Granada se descubra la calabaza más grande de Europa que los conflictos bélicos en Oriente Medio. Volvemos al sensacionalismo... o, mejor dicho, no salimos de él. Las muertes son noticia, pero no lo son tanto. Tiene protagonismo lo escabroso: más vale un muerto que conmociona a todo un pueblecito de la Sierra, víctima de un cruel asesinato, que cincuenta muertos por carretera en un fin de semana. En este caso, hasta nos alegramos, porque el carné por puntos funciona y ya hay menos muertos que hace un año. ¡Que no nos manipulen!