Esperanza inmobiliaria
Artículo 47 de la Constitución Española: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.»
Esta mañana la SER ha emitido un muy buen reportaje sobre la situación actual del mercado inmobiliario desde el punto de vista del ciudadano medio de a pie. Lo han podido decir más alto, pero no más claro.
Comprar en una ciudad grande se está convirtiendo en toda una odisea. Se hablaba que en el centro de Sevilla un piso de 60 m2 puede salir por 90 millones de las antiguas pesetas. ¡Y qué decir del alquiler! Por las nubes. La contrapartida está en ciudades o localidades próximas a esas grandes urbes, como es el caso de Guadalajara, más concretamente Azuqueca de Henares, a apenas 15 minutos de Alcalá, donde un dúplex a estrenar puede salirnos por 30 millones de pesetas, algo impensable en Alcalá. Además, Azuqueca no pasa los 50.000 habitantes y hay una calidad de vida muy superior.
Uno de los redactores realizó llamadas a agencias inmobiliarias y a particulares que vendían su piso. Él siempre realizaba, en el caso de los particulares, una contraoferta, a menudo rechazada, al menos a corto plazo, porque, si se quejaban de algo, es de que ahora mismo vender un piso no es cosa de dos días. Si antes era una tarea que podía realizarse en menos de dos meses, ahora mismo ese plazo puede alargarse incluso hasta el medio año o más. Y en el caso de las inmobiliarias, los plazos de venta también se alargan, y son más los usuarios que se acercan sólo para pedir información.
Internet ha favorecido que sea mucho más accesible la información sobre este mercado, por lo que el campo de búsqueda se amplía. Y el hecho de que, mediante este sistema, podamos alejarnos de las inmobiliarias, no quiere decir que comprar a un particular vaya a suponer adquirir un piso de una forma más barata. Les hay que intentan sacar una buena tajada.
El caso es que parece que la subida de los pisos se va frenando. La situación de quienes no tienen casa propia, los jóvenes, es muy diferente a la de hace apenas dos décadas. En grandes ciudades es fácil ver jóvenes de hasta 30 años, trabajadores, compartiendo piso y repartiendo gastos porque sus posibilidades económicas son bastante malas. Hay que tener en cuenta que hay gente que se deja hasta el 60 % de su salario en la compra de una vivienda. Las hipotecas crecen más y los tipos de interés varían constantemente.
Es por eso por lo que se aconseja prudencia. Y, si no se puede, no se puede. No se debe comprar si no tenemos unas garantías mínimas de pago. Aconsejan los expertos evitar utilizar más del 30-40 % del sueldo en la vivienda, para evitar vernos ahogados.
La razón de que esto se frene es evidente: no se puede comprar. La riqueza en España está mal repartida, y los que se dedican al "chollo inmobiliario" lo van a tener más complicado. Entramos en una etapa en la que "comprar para vender" no va a ser tan rentable y las inversiones están yendo, afortunadamente para nosotros, la clase media-baja, por otros cauces. Sigue siendo muy difícil emanciparse en comparación a cómo lo hicieron nuestros padres, hace apenas dos o tres décadas. Pero se abre una pequeña puerta a la esperanza de que un día podamos vivir en nuestro propio piso.
Esta mañana la SER ha emitido un muy buen reportaje sobre la situación actual del mercado inmobiliario desde el punto de vista del ciudadano medio de a pie. Lo han podido decir más alto, pero no más claro.
Comprar en una ciudad grande se está convirtiendo en toda una odisea. Se hablaba que en el centro de Sevilla un piso de 60 m2 puede salir por 90 millones de las antiguas pesetas. ¡Y qué decir del alquiler! Por las nubes. La contrapartida está en ciudades o localidades próximas a esas grandes urbes, como es el caso de Guadalajara, más concretamente Azuqueca de Henares, a apenas 15 minutos de Alcalá, donde un dúplex a estrenar puede salirnos por 30 millones de pesetas, algo impensable en Alcalá. Además, Azuqueca no pasa los 50.000 habitantes y hay una calidad de vida muy superior.
Uno de los redactores realizó llamadas a agencias inmobiliarias y a particulares que vendían su piso. Él siempre realizaba, en el caso de los particulares, una contraoferta, a menudo rechazada, al menos a corto plazo, porque, si se quejaban de algo, es de que ahora mismo vender un piso no es cosa de dos días. Si antes era una tarea que podía realizarse en menos de dos meses, ahora mismo ese plazo puede alargarse incluso hasta el medio año o más. Y en el caso de las inmobiliarias, los plazos de venta también se alargan, y son más los usuarios que se acercan sólo para pedir información.
Internet ha favorecido que sea mucho más accesible la información sobre este mercado, por lo que el campo de búsqueda se amplía. Y el hecho de que, mediante este sistema, podamos alejarnos de las inmobiliarias, no quiere decir que comprar a un particular vaya a suponer adquirir un piso de una forma más barata. Les hay que intentan sacar una buena tajada.
El caso es que parece que la subida de los pisos se va frenando. La situación de quienes no tienen casa propia, los jóvenes, es muy diferente a la de hace apenas dos décadas. En grandes ciudades es fácil ver jóvenes de hasta 30 años, trabajadores, compartiendo piso y repartiendo gastos porque sus posibilidades económicas son bastante malas. Hay que tener en cuenta que hay gente que se deja hasta el 60 % de su salario en la compra de una vivienda. Las hipotecas crecen más y los tipos de interés varían constantemente.
Es por eso por lo que se aconseja prudencia. Y, si no se puede, no se puede. No se debe comprar si no tenemos unas garantías mínimas de pago. Aconsejan los expertos evitar utilizar más del 30-40 % del sueldo en la vivienda, para evitar vernos ahogados.
La razón de que esto se frene es evidente: no se puede comprar. La riqueza en España está mal repartida, y los que se dedican al "chollo inmobiliario" lo van a tener más complicado. Entramos en una etapa en la que "comprar para vender" no va a ser tan rentable y las inversiones están yendo, afortunadamente para nosotros, la clase media-baja, por otros cauces. Sigue siendo muy difícil emanciparse en comparación a cómo lo hicieron nuestros padres, hace apenas dos o tres décadas. Pero se abre una pequeña puerta a la esperanza de que un día podamos vivir en nuestro propio piso.